Por nuestra proximidad con tierras gallegas hablamos de la danza de las bruxas. Leyendas muy comunes en diferentes tierras del norte.
No es que el Bierzo sea una tierra colmada en historias de brujas —o bruxas—, pero sí es cierto que las supersticiones tuvieron mucho arraigo como parte de nuestro folclore. Una de esas enraizadas costumbres era la de pintar cruces en las puertas de viviendas y establos para ahuyentar a las brujas. También se colocaban ramos de laurel en las cuadras, que se bendecían para preservar los ganados de estas hechiceras.
En Villar de las Traviesas (Toreno), se cuenta que se quemaban ramos de laurel después de ser bendecidos en la iglesia el Domingo de Ramos. De esta forma, lo que hacían era afumar a la gente con el fin de escapar a los efectos de cualquier posible mal de ojo.
Además, a los niños se les colgaba un collar hecho de ajos, pues —decían— espantaba a las bruxas debido a su fuerte olor y sabor. El ritual era completado con la siguiente oración: «Si eres bruja te arreniego, si eres demo vaite al infierno».
La Danza de las Bruxas
Algunos textos y otros rumores populares, describen que en el Campo de las Danzas, situado cerca del pico de la Aquiana, se celebraban aquelarres donde las brujas de la región volaban y bailaban al son de la chifla. Un buen día, una de ellas, la bruja de los molinos de Agadán, se enamoró de un joven. Al ver que su amor no era correspondido, decidió abandonar su condición de hechicera rogando ayuda a la Virgen de la Encina, consiguiendo finalmente que el hombre se enamorara de ella.