La Santa Compaña es una arraigada leyenda que habla de una tenebrosa procesión de ánimas en pena que se pasea por los pueblos y bosques del noroeste de España sembrando el terror.

Es difícil precisar en qué momento nació esta leyenda. Son muchas las historias que se cuentan y todas ellas presentan variaciones que las diferencian de las otras. Algunos dicen que estos cuentos recuerdan a la famosa «caza salvaje» del dios nórdico Odín. Otros insinúan vínculos con las procesiones bretonas de los muertos. Luego hay una tercera hipótesis que vincularía a la Santa Compaña con la historia galesa de los perros de annwn.

La leyenda de la Santa Compaña

El silencio reina cuando está cerca, como si los animales del bosque se rindieran a su presencia. Los perros aúllan y los gatos huyen cuando presienten su llegada. Así es como la Santa Compaña recorre los caminos, ataviada con sus túnicas negras e iluminado su paso con la luz de sus cirios.

Las gentes se esconden aterrorizadas, porque bien saben que la presencia de estas almas en pena no es otra cosa que el preludio de una tragedia y el aviso de una muerte.

La Santa Compaña, sin embargo, no es sólo un desfile de ánimas. Según narran aquellos que han tenido el valor suficiente como para observarla, esta procesión espectral suele aparecer encabezada por una persona viva, un mortal que en sus manos lleva las veces una cruz y otras un caldero con agua. Tras él, siguen sus pasos varias figuras encapuchadas que entonan cánticos. Además, y por si el escalofriante sonido de las campanillas que portan no fuese suficiente, la Santa Compaña tiene por costumbre levantar a su paso una densa niebla y viento, dejando tras de sí un intenso olor a cera.