La palabra “castaño” procede del latín “castanea” que, a su vez deriva del griego kastanion karyon. Hasta hace poco tiempo se le atribuía la procedencia del castaño de Asia Menor, desde donde fue introducido en la Península Ibérica por los romanos, que la utilizaban elaborando pan para alimentar a sus tropas y como alimento para los caballos. Sin embargo las últimas investigaciones apuntan a que los castaños ya existían en la Península antes de la invasión de los romanos. Se han encontrado restos fosilizados con más de 2.500 años de antigüedad. Sea como fuere, lo cierto es que durante siglos han sido base fundamental de la alimentación. Transformadas en harina se convertían en pan y dulces.

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