Hoy rescatamos uno de los trucos de belleza que ponían en práctica en la Antigua Roma. En otros tiempos, las romanas dejaban macerar unas manzanas, a las que añadían unos clavos de esencia, en lanolina (una cera natural producida por las glándulas sebáceas de algunos mamíferos) y fabricaban un ungüento que utilizaban para cuidar la piel.